Posiblemente os suene el concepto de ‘dron’, o lo que es lo mismo, aviones no tripulados —a menudo con objetivos militares—. La aparición y desarrollo de los drones, el acceso a los mismos y sus posibilidades de uso están llevando a un auténtico dilema legislativo que supone una clara barrera a la innovación. Por un lado, no resulta complicado llegar a la conclusión de que es imprescindible una cobertura legislativa que regule su uso, ya que el mismo presenta ciertos riesgos. Ahora bien, por otro lado nos encontramos con legislaciones excesivamente conservadoras y, en ocasiones, incluso creadas en tiempos en que este tipo de tecnología ni siquiera existía y que, inevitablemente, suponen un obstáculo en el desarrollo de la innovación y las infinitas posibilidades que los drones permiten.
En este sentido, las administraciones competentes de cada país o territorio actúan y reaccionan de manera independiente y muchas veces totalmente diferente. Analizando el caso más cercano, que es el de España; después de la aparición y viralización en los medios sociales de un vídeo con impresionantes imágenes aéreas de la ciudad de Madrid captadas por un dron, la AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea) no tuvo otra salida que publicar una circular en la que dejaba claro que el uso de este tipo de drones no está permitido. La única excepción la encontramos en el caso del uso de este tipo de tecnología con un fin recreativo, en este caso su uso está permitido siempre que vuelen por debajo de los 100 metros y se practique en lugares habilitados para la práctica de aeromodelismo. En el caso del uso con fines comerciales, la AESA dejaba bien claro que está directamente prohibido.
Estas medidas o leyes, en muchos casos creadas y vigentes con antelación a la existencia de los drones o antes de que existiera el nivel de accesibilidad al que hemos llegado hoy en día, supone, sin duda, para muchos sectores una auténtica barrera que pone límite a la innovación.
El tema no es sencillo, el uso de este tipo de aparatos implica una infinidad de requisitos y protocolos que deben ser regulados: seguridad, responsabilidad civil, etc. Por lo tanto, la necesidad de una legislación que lo controle es un hecho, pero una legislación adaptada y actual. No podemos limitar el desarrollo de tecnologías como éstas con leyes obsoletas si queremos apostar por una cultura industrial basada en la innovación.
Conciliar estos dos aspectos parece ser una asignatura pendiente en el caso de España. Una asignatura que hay que resolver urgentemente si queremos avanzar. De hecho, parece que ya se ha puesto manos a la obra para acabar con este vacío legal y la AESA ha asegurado que está trabajando en una regulación específica para este tipo de aeronaves puedan volar bajo determinadas condiciones y limitaciones. Este propósito permite ver algo de luz al final del túnel, pero la verdad es que cualquier retraso impuesto a la innovación y el emprendimiento, irremediablemente se convierte en un retraso global en el desarrollo de cualquier país.
Todo apunta a que será un camino largo y difícil, pero es posible que iniciativas como la propuesta del gigante Amazon, que pretende utilizar este tipo de dispositivos en el transporte de paquetes, a día de hoy más ciencia ficción que realidad, ayuden a que los drones acaben estando presentes en nuestro día a día.