Hace algunos meses hablaba en el blog de las impresoras 3D como las responsables de la próxima revolución industrial. Y en este mismo sentido vuelvo a hablar del futuro de las mismas que, haciendo un resumen muy simple, avanzará en dirección a la democratización de esta tecnología. De hecho, ya están al alcance no sólo de grandes compañías, sino de cualquiera, y pasarán de producir pequeños artículos (juguetes, zapatos, etc.) para adaptarse a casi cualquier industria. Ya hoy, por ejemplo, un empresario chino fabrica casas con una inmensa impresora 3D en sólo 24 horas.
Puedes conocer más sobre el proyecto de este emprendedor en esta noticia:
Que las impresoras 3D son ya habituales en nuestras vidas es un hecho. Todo parece indicar que la tendencia va en la dirección que comentaba precisamente en ese artículo hace meses: en lugar de productos, terminaremos importando y exportando diseños y vamos a ir a las tiendas a las que nos impriman esos diseños.
Todo esto genera un sinfín de oportunidades de negocio, no sólo en cuanto a fabricación de productos nuevos, sino también, por ejemplo, en el ámbito del mantenimiento y los repuestos. La impresión 3D acabará revolucionando incluso los stocks. Y es que, la rapidez de estas máquinas permitirá imprimir piezas y productos en función de las necesidades y volumen de cada compañía, reduciendo las necesidades de almacenamiento de productos, optimizando la gestión de stocks. Bastará imprimir las piezas o productos cuando se necesiten. Consiguiendo implementar un verdadero just in time.
Uno de los grandes retos que tenemos en este momento es adaptar la impresión 3D a los sistemas ERP (sistemas de planificación de recursos empresariales) y estar preparados para el impacto que supondrá. Y es que ante esta nueva realidad y las necesidades que presenta, la impresión 3D ha de integrarse con los productos de la compañía y sus sistemas de gestión de datos y fabricación. Sin embargo, estamos ante un escenario extraordinario que abarca múltiples y muy diversos ámbitos, que van desde la ingeniería y el diseño, pasando por la fabricación o, como comentaba, su integración con los sistemas de distribución, ERP, e incluso PLM (sistemas de gestión de ciclo de vida del producto).
Pero si nos centramos en los sistemas ERP, hay una realidad muy concreta: todos los fabricantes que utilicen impresión 3D necesitarán que su software de fabricación ERP lo contemple, ya que más que nunca se vuelve importante controlar y mantener registros de cada artículo o pieza.
Cierto es que los stocks, como decía antes, se reducen. Sin embargo las organizaciones necesitarán de una previsión exacta que permita conocer en cada momento la cantidad de materias primas que serán consumidas y el uso que se dará a cada máquina de impresión 3D.
Una de las claves de futuro será, por tanto, la velocidad. En este sentido en los últimos meses se ha hablado mucho de Carbon3D, anunciada en diferentes medios especializados como la impresora 3D más rápida del mercado. Su velocidad de impresión, muy por encima de la media, ha sido posible conseguirla gracias a la tecnología de impresión 3D en la que se basa, llamada CLIP (Continuous Liquid Interface Production). Utiliza como materia prima resina líquida, un láser ultravioleta solidifica la resina fotosensible y usa oxígeno para acelerar drásticamente el proceso de solidificación.
Puedes verla en acción en este vídeo:
Estos son sólo algunos de los retos que las organizaciones deberán encarar. Pero, a medida que se vaya normalizando y siendo más habitual el uso de impresoras 3D, estoy seguro que aparecerán otros retos que ahora ni siquiera somos capaces de imaginar.